Requiere poco riego: Su bajo consumo de agua lo hace ideal en áreas con escasez de este recurso.
Casi nunca necesita replantarse: Una vez establecido, el bambú se regenera solo, reduciendo los costos y esfuerzos de cultivo.
Crecimiento rápido: En tan solo 3 a 5 años puede ser cosechado, comparado con décadas que requieren otras plantas.
Mayor producción de oxígeno: Genera un 35% más de oxígeno que una masa forestal de igual tamaño.
Captura de carbono: Ayuda a retener dióxido de carbono y es neutro en carbono, contribuyendo a mitigar el cambio climático.
Equilibrio atmosférico: Desempeña un papel clave en el equilibrio del oxígeno y dióxido de carbono en la atmósfera.
Prevención de la erosión: Sus raíces profundas lo convierten en un eficaz inhibidor de la erosión del suelo.
Versátil: Puede crecer en diversos entornos, adaptándose a climas variados.
Sostenible en la producción de fibras: Comparado con otras fibras, especialmente las sintéticas, la producción de fibra de bambú tiene un menor impacto ambiental.
Una planta de bambú puede absorber hasta 200 kg de dióxido de carbono de la atmósfera a lo largo de su vida.
El bambú continúa creciendo incluso después de cosechar varios tallos de un mismo racimo.
Con una vida mínima de 50 años, es una planta resistente y duradera.
Cada año, nuevos tallos brotan a partir del rizoma, sin agotar el suelo, y alcanzan la madurez en apenas tres años.
Sustituir el plástico y otros materiales menos sostenibles por bambú contribuye significativamente a la reducción de la huella de carbono.
Promoción de Plantaciones y Prácticas Sostenibles
Se aplican prácticas de recolección sostenibles, y se capacita a los agricultores en su implementación.
Plantación de más bambú para fortalecer la sostenibilidad y contribuir al equilibrio ambiental.
Se suman nuevos cultivadores para aumentar la superficie de plantaciones de bambú, promoviendo su expansión y beneficios ecológicos.